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Café para zafar


En las últimas semanas, sentada en la cocina de mi casa en estado de observación y sin proponérmelo, comencé a notar entre los diferentes objetos que fui adquiriendo, mis recuerdos de los estados emocionales a la hora de comprarlos.



Sin ser puntillosa con el valor económico, ese sólo fue un comienzo, me detuve a notar cuánta cantidad de cosas tenía heredadas, regaladas y algunas, contadas, elegidas tan cuidadosamente por mí. Quizás, el haber abierto esa puerta con los objetos de mi cocina, fue el puntapié para adentrarme a “mi profundidad”, en este caso, emocional.

Al principio, lo desestimé, pero con el pasar de los días, algo quedaba resonando. Cuando finalmente, abrí esa puerta y deje de tenerla entreabierta, sentí…

Y lo que sentí fue la cantidad de cosas unx va adquiriendo para pasar el rato o como digo “para zafar”.

Platos y cubiertos que no son tan lindos pero que cumplen su función; el shampoo y la crema que no nos deja tan brillante el cabello pero zafa; la crema para manos que no tiene tan rica fragancia pero seca rápido; el acrílico que simula ser del color que dice pero no es tan puro; el espejo que depende de dónde te pongas te ves bien o algo así; el café que no es de la marca que te gusta porque ese es caro pero en definitiva “este también es café ”; las personas con quienes nos juntamos que no es tan grato pasarla con ellxs pero antes que estar solx prefiero eso; las emociones que buscan salir a la luz pero las negamos:


“ya voy a tener tiempo de ver qué me pasa”…



Y así, nos pasamos el tiempo sin querer sentir… Postergándonos. Dejándonos de lado. Creyendo que lo que nos dice nuestra mente tiene fuerza, tiene valor. Nos corremos de la Presencia. La Presencia de estar siendo: Ser y estar. Creyendo que valemos el precio de lo que adquirimos o lo que mi Ego dice que valgo porque así me lo creo, lo tomo como verdadero y así lo vivo.


Siento que hasta ahí me quería llevar la Energía. A tomar cuenta de que el tiempo de “tener para zafar” ya caducó.





Notar que en la materia (o mundo material) fue el inicio para tomar consciencia de que mis emociones me estaban dominando, y que el momento de aprender es ahora. O sea, todo el tiempo tenemos la posibilidad de rever hacia dónde queremos ir. Porque el control de mi propia mente, por ende de mis pensamientos, lo tengo Yo… Mi Ser.


Entonces, hacer con calma una limpieza de mis objetos o de mi entorno, fue la perfecta iniciativa para limpiarme de las emociones que reverberan.






Dejar de correr detrás de tiempos inventados por mi mente, dejar de ir tras un modelo de cuerpo, un modelo de ropa, un estereotipo de artista o de terapeuta, un modelo, también creado por mí, de mujer o persona, de amiga, de novia, de hija.


Ya no estamos para zafar nada. Estamos para ser lo que queremos ser.

Tan sencillo para el Ser, y tan desafiante para el Ego.


Por eso, soltar las emociones, conocerse a unx mismx es decirse: Me hago cargo de mí, con todas mis tonalidades.


No importa si nos enojamos o gritamos, o lloramos, o vivimos con preocupación. Esa es una parte que busca nuestro reconocimiento. Y la mejor manera de comenzar a Sanarse a sí mismo, es saber que no somos nuestras emociones de dolor, más sí somos lo que pensamos. Y por esto, vamos a empezar a pensar a nuestro favor.

Me corro del dolor, del stress, del cansancio, del enojo, la angustia, la preocupación que me autogenero y me digo: Yo valgo, yo puedo, Yo Soy.

Y, decididamente, me dejo Ser. Porque a eso vinimos: a aprender a confiar que estamos aprendiendo y que nada malo puede salir de todo esto, porque en la Luz no hay error, no hay juicio, no hay dolor. Hay más y más Amor. Y hacia allí nos encaminamos, avanzando con nuestros ritmos, y así está muy bien.


Quizás, “mi fondo” sea reconocer que soy una mujer suave e intensa pero más intensa es mi pasión por vivir y aprender como quiero y siento.




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